Con el objetivo de ofrecer una alternativa más saludable a la utilización de la tradicional mantequilla, el 15 de julio de 1869 el químico francés Hippolyte Mège-Mouriés patentaba la margarina. El éxito que obtuvo su creación se ha prolongado hasta la actualidad.
El emperador Napoleón III, sobrino del gran Napoleón I, ofreció una recompensa a quien elaborara un sustitutivo para la mantequilla para las clases bajas y las fuerzas armadas francesas. Los ya por entonces conocidos perjuicios de las grasas animales, con las que se fabrica la mantequilla mediante una emulsión de agua, parecían verse solventados con la invención de Mège-Mouriés, la margarina, que le valió hacerse con el premio.
En tiempos de hambre, durante la Segunda Guerra Mundial, el uso de la margarina viviría un momento clave. Su alto contenido en lípidos lo convirtió en el sustento energético ideal para sustituir a la mantequilla como alimento básico en la dieta de europeos y americanos. Fue a partir de aquel momento cuando el uso y distribución la margarina comenzó a popularizarse de forma casi global hasta nuestros días.
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