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La mafia japonesa socorre a víctimas del sismo.


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La yakuza reparte alimentos, mantas y agua potable. La Policía los deja actuar, pero les prohíbe promocionar sus donaciones para no crear simpatía en la población afectada

Crédito foto: AP

Los grupos mafiosos más peligrosos de Japón se pusieron en acción y abrieron sus bunkers a los damnificados. Según narra el artículo de Jake Adelstein en The Daily Beast, pusieron a sus criminales al servicio de los japoneses y motorizaron sus redes para agilizar el envío de alimentos, agua y mantas a las zonas devastadas.

El día después del terremoto, el Inagawa-kai (el tercer mayor grupo del crimen organizado en Japón, fundado en 1948) envió veinticinco toneladas, cuatro camiones llenos de pañales de papel, ramen instantáneo (comida japonesa típica), baterías, linternas, bebidas y los elementos esenciales para la vida cotidiana de la región de Tohoku.

Un capo del Sumiyoshi-kai , el segundo grupo delincuencial, incluso, ofreció refugio a los miembros de la comunidad extranjera, algo inaudito entre la extrema derecha yakuta conocida por ser xenófoba.

Aunque el Yamaguchi-gumi, la mafia número uno, también colaboró, el Inagawa-kai es el más activo porque tiene fuertes raíces en las zonas afectadas. Tiene varios "bloques" o grupos regionales. Entre la medianoche del 12 de marzo y la madrugada del 13, la red en Tokio de esta banda llevó 50 toneladas de suministros a la municpalidad de Hitachinaka. Las dejó sigilosamente en la puerta, sin mencionar su afiliación yakuza para que las donaciones no fueron rechazadas.

Así comenzaron su tarea humanitaria. Había brotes de soja, pañales de papel, té y agua potable. El trayecto para llegar a Tokio y concretar la ayuda tomó 12 horas, debieron tomar carreteras secundarias para llegar allí y cambiaron varias veces la ruta.

El Inagawa-kai en total movilizó más de 100 toneladas de suministros a la región de Tohoku. Lo hicieron en las zonas irradiadas sin ningún tipo de protección. "Por favor no informen más que estamos haciendo todo lo posible para ayudar. En este momento, nadie quiere asociarse con nosotros y no queremos que nos rechacen las donaciones", aseguró para el The Daily Beast uno de los mafiosos que participó de los envíos.

En su artículo, Adelstein explica que la yakuza ha dado muestras de un impulso humanitario en otras oportunidades. En 1995, después del terremoto de Kobe, la Yamaguchi-gumi fue una de las fuerzas más sensibles, consiguieron rápidamente suministros para las zonas afectadas y se ocuparon de la distribución a la población local. Es cierto, también, que esas ayudas se financiaron con dinero de extorsiones a los mismos pobladores que sufrían las consecuencias del sismo. La fuente de financiación de la yakuta deriva de actividades ilegales, como el pago de sobornos a cambio de protección, el chantaje, la extorsión y el fraude.

Según el medio estadounidense, existe un acuerdo implícito entre la Policía y los grupos mafiosos para que la yakuta pueda colaborar, pero no se vanaglorie de hacerlo. Es decir, los dejan actuar, pero les prohíben la promoción de su caridad.

Japón tiene 80 mil miembros que pertenecen a estas organizaciones criminales que la Policía llama shiteiboryokudan (grupos violentos). Sus ingresos proceden del chantaje, los servicios de protección, el fraude financiero, el juego, el chantaje, la prostitución y la usura.
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La mafia japonesa socorre a víctimas del sismo.


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La yakuza reparte alimentos, mantas y agua potable. La Policía los deja actuar, pero les prohíbe promocionar sus donaciones para no crear simpatía en la población afectada

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Los grupos mafiosos más peligrosos de Japón se pusieron en acción y abrieron sus bunkers a los damnificados. Según narra el artículo de Jake Adelstein en The Daily Beast, pusieron a sus criminales al servicio de los japoneses y motorizaron sus redes para agilizar el envío de alimentos, agua y mantas a las zonas devastadas.

El día después del terremoto, el Inagawa-kai (el tercer mayor grupo del crimen organizado en Japón, fundado en 1948) envió veinticinco toneladas, cuatro camiones llenos de pañales de papel, ramen instantáneo (comida japonesa típica), baterías, linternas, bebidas y los elementos esenciales para la vida cotidiana de la región de Tohoku.

Un capo del Sumiyoshi-kai , el segundo grupo delincuencial, incluso, ofreció refugio a los miembros de la comunidad extranjera, algo inaudito entre la extrema derecha yakuta conocida por ser xenófoba.

Aunque el Yamaguchi-gumi, la mafia número uno, también colaboró, el Inagawa-kai es el más activo porque tiene fuertes raíces en las zonas afectadas. Tiene varios "bloques" o grupos regionales. Entre la medianoche del 12 de marzo y la madrugada del 13, la red en Tokio de esta banda llevó 50 toneladas de suministros a la municpalidad de Hitachinaka. Las dejó sigilosamente en la puerta, sin mencionar su afiliación yakuza para que las donaciones no fueron rechazadas.

Así comenzaron su tarea humanitaria. Había brotes de soja, pañales de papel, té y agua potable. El trayecto para llegar a Tokio y concretar la ayuda tomó 12 horas, debieron tomar carreteras secundarias para llegar allí y cambiaron varias veces la ruta.

El Inagawa-kai en total movilizó más de 100 toneladas de suministros a la región de Tohoku. Lo hicieron en las zonas irradiadas sin ningún tipo de protección. "Por favor no informen más que estamos haciendo todo lo posible para ayudar. En este momento, nadie quiere asociarse con nosotros y no queremos que nos rechacen las donaciones", aseguró para el The Daily Beast uno de los mafiosos que participó de los envíos.

En su artículo, Adelstein explica que la yakuza ha dado muestras de un impulso humanitario en otras oportunidades. En 1995, después del terremoto de Kobe, la Yamaguchi-gumi fue una de las fuerzas más sensibles, consiguieron rápidamente suministros para las zonas afectadas y se ocuparon de la distribución a la población local. Es cierto, también, que esas ayudas se financiaron con dinero de extorsiones a los mismos pobladores que sufrían las consecuencias del sismo. La fuente de financiación de la yakuta deriva de actividades ilegales, como el pago de sobornos a cambio de protección, el chantaje, la extorsión y el fraude.

Según el medio estadounidense, existe un acuerdo implícito entre la Policía y los grupos mafiosos para que la yakuta pueda colaborar, pero no se vanaglorie de hacerlo. Es decir, los dejan actuar, pero les prohíben la promoción de su caridad.

Japón tiene 80 mil miembros que pertenecen a estas organizaciones criminales que la Policía llama shiteiboryokudan (grupos violentos). Sus ingresos proceden del chantaje, los servicios de protección, el fraude financiero, el juego, el chantaje, la prostitución y la usura.
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